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Publicado el 09 Sep 2024
1. Falta de habilidades emocionales: Los agresores suelen tener dificultades para manejar sus emociones, lo que les lleva a canalizar su frustración o ira hacia los demás.
2. Entorno familiar problemático: Niños y adolescentes que crecen en familias disfuncionales o en ambientes donde hay violencia, abuso o falta de afecto pueden replicar estos comportamientos en la escuela.
3. Baja autoestima: Tanto víctimas como agresores pueden tener baja autoestima. Los agresores intentan afirmarse mediante el control o la humillación de los demás.
4. Presión social: La necesidad de ser aceptado por un grupo puede hacer que algunos niños participen en actos de bullying, ya sea por temor a ser excluidos o para ganar popularidad.
5. Falta de control o supervisión escolar: Un entorno donde no hay suficientes medidas de control o donde no se castigan adecuadamente las conductas violentas puede fomentar el acoso.
6. Modelos de comportamiento negativos: Los niños que observan comportamientos agresivos o bullying en los medios de comunicación o en su entorno pueden imitar esas conductas.
7. Diferencias individuales: A menudo, el bullying se dirige hacia aquellos que son percibidos como diferentes, ya sea por su apariencia, raza, orientación sexual, habilidades físicas o intelectuales.
8. Desigualdad de poder: Los agresores suelen aprovechar situaciones donde hay una diferencia de poder, ya sea física, social o emocional, para someter a otros.